poem/a/ colectivo sonoro del fonema más sencillo del español: abuelita pita, adrián, alex, ana pao, andibar, arodí, aura, aydée, cami, charles, cristi, cristina, cynthia, éder, érika, fer, fernando, gaby, gaby, gael, gisela, haranní, inés, isa, isa y ale, josé, juan, juanca, julián, kf, kristin, lú, luisito, majo, majochanez, mariana, mau, meli, moi, mon, nat, nicole, nino, nivardo, nuri, óscar, pacha, padrino, pap, pau, piedad, pitita, rafa, regina, rocío, sophie, taller de creación literaria, tita, toño, ximo, xon.
¿Escuchaste tu /a/? Ahora, conoce un poco más sobre este hermoso fonem/a/

En los primeros meses de vida, balbuceábamos. Quizá esto sea un regreso a esos momentos de gloria en los que jugábamos con nuestros cuerpos y sus sonidos extraños.
Primero descubriríamos la /a/; el primer fonema que articulamos. Pronto, a los dos años y medio, dominaríamos el resto de fonemas vocálicos, aquellos sonidos que se producen con la vibración de nuestras cuerdas vocales y que al emitirlos, el aire no encuentra ningún obstáculo en su salida. Sonidos libres con un gran peso informativo que se convirtieron en nuestra principal herramienta de comunicación —junto con el llanto, claro, ¡eso siempre funcionaba!—.

Rápidamente, lo que comenzó con la /a/ se convertiría en todo un universo sonoro. Al mover nuestros cuerpos, descubriríamos que la diferencia para producir un sonido y otro es de milímetros. Si movíamos un poco la lengua, ¡teníamos algo completamente nuevo! /m/, /p/, /k/, /t/. ¡Un musical de fonemas! Con todo esto, lxs bebés descubrían lo que más tarde haría famoso a Chomsky: el lenguaje es productivo y creativo, pues se pueden hacer infinitas combinaciones a partir de finitos elementos.
Y no solo eso.. Más tarde comprenderíamos que no únicamente somos capaces de producir sonidos, sino que podemos conseguir ciertos objetivos a través de ellos. Tras una ardua exploración fonológica, comenzaríamos a aprender el contenido semántico y el uso del lenguaje. Pronto, estableceríamos una comunicación intencional y bidireccional con otrxs bebés, peluches y toda clase de seres parlantes. Crearíamos intersubjetividades al reconocernos a través de otras personas.

Y en ese momento la /a/ se haría mágica.
El sonido más sencillo del español: simplemente hay que abrir la boca y dejar que el sonido salga libremente. Apertura bucal máxima, posición central de la lengua y función sonora de las cuerdas vocales. Esos son los rasgos distintivos de este hermoso fonema. ¿Quieres probarlo? Pon tus manos en tu gargante y haz una /a/. ¿Sientes tus cuerdas vocales bailando? ¿Dónde está tu lengua? ¿Qué tan abierta está tu boca?









/A/j/á/.. el fonema más sencillo del español en realidad no es tan simple como parece
La /a/ es el resultado del trabajo coordinado de varios sistemas en tu cuerpo que permiten el habla: el sistema músculo-esquelético, el respiratorio, el fonatorio, el resonancial, el articulatorio, el nervioso y el auditivo. Cada detalle de tu cuerpo forma una /a/ única e irrepetible. Los músculos en tu cara, tu postura corporal, tu tipo y modo de respiración, la forma de tus cuerdas vocales, tu tono e intensidad, el funcionamiento de tu sistema resonancial, la forma de tu nariz, tu paladar duro, tus dientes, tu maxilar, la forma y funcionamiento de tus labios, tu lengua, tu paladar blando y tus amígdalas. ¡Hay tantas /a/ como hablantes! Además de que la /a/ que hagas ahorita no será la misma que hagas ahora.
¿Ves la magi/a/?

Una idea sonora, /fonema/, se manifiesta en una realidad visomotora, 〈grafema〉, que al articularse a través del habla se transforma en una realidad neurofisiológica, [alófono]. J/a/j/a/j/a/j/a/j/a/j/a/. Ok, más lento.
[/〈 〉/]
/ /
Un fonema, representado entre / /, es una mínima unidad acústica que produce cambios de significado. Por ejemplo: /t/arro, /c/arro, /ch/arro. Cada idioma tiene un número distinto (siempre finito) de fonemas. Y la ciencia que se encarga de estudiar el lenguaje y los fonemas es la fonología.
〈 〉
El grafema, representado entre 〈 〉, es una realidad visomotora que se refiere a la escritura de letras y las marcas diacríticas. Recordemos que un signo lingüístico es la unión indisociable de una imagen sintáctica (significante) y una imagen semántica (significado). Cuando escribimos, estamos usando letras y otras marcas (significantes) para representar ideas mentales (significados). Idealmente habría el mismo número de grafemas que de fonemas, pero ese no es el caso, y a ello le debemos las costosas faltas de ortografía. ¡Cuántas clases y dictados nos habríamos ahorrado!
[ ]
Finalmente, los alófonos o fonos, representados entre [ ], son realidades neurofisiológicas que se manifiestan con la articulación de los fonemas. Es la expresión lingüística oral, el habla. Cada persona tiene un alófono único del mismo fonema. Cada persona dice /a/ de una forma distinta, aunque en todos esos sonidos identificamos la misma idea sonora del fonema. La ciencia que estudia esta magi/a/ es la fonética.

Cortesía de Rocío Kettlun y Rodrigo Trujillo
Una misma idea sonora tiene infinidad de manifestaciones físicas
Una cosa es la competencia y otra la actuación, diría Chomsky. La competencia es el saber lingüístico de las personas hablantes, mientras la actuación es la concretización de ese conocimiento. Es decir, una cosa es la idea de la /a/ —fonema— y otra es la concretización de esa idea a través del habla que resulta en una [a] —alófono—.

¡Pero espera que esto todavía se pone más interesante! Cada persona tiene una idea distinta del mismo fonema. ¡Ajá! La forma en la que yo pienso el sonido de la /a/ es distinta a la manera en la que tu la piensas. Siguiendo nuevamente las ideas de Chomsky, podríamos hablar de una estructura profunda de fonemas única de cada persona, una especie de molde para crear /a/s distinto en cada persona. Como galletas únicas e irrepetibles. Y esto a su vez resulta en estructuras superficiales muy variadas que nos permiten tener /a/s de todos los sabores, tamaños y colores para formar un hermoso poem/a/.

No solo producimos distintas /a/s, sino que las pensamos también de una forma única

Pero bueno, demasiada teorí/a/. Lo que comenzó con un divertido balbuceo, ahora se convirtió en una complejid/a/d. Ojalá, una complejidad que nos permita desarmar nuestras palabras y volver a esos sonidos con los que nos divertíamos de bebés. Tal vez hasta podamos encontrar nuevos sonidos con que divertirnos un rato. Además, qué mejor que conectar con otras personas a través de los sonidos. Quizá est/a/ sea una forma de escapar de los micrófonos silenciados y /a/br/a/z/a/rnos.
graci/a/s